Era de tarde y llovía, caminaba por la acera ese día, abordaba el autobús, pelo negro, ojos café ahí estabas tú.
Solo vasto una mirada atravesó mi corazón, me quede sin aliento como el que pierde la razón…
No me dijiste tu nombre, yo tampoco lo hice, las pupilas de tus ojos aparentan estar triste, no pasamos palabras, solo miradas, esquivas, entre parada y parada el tiempo pasaba a prisa.
Entre, empújenos y sudor, tu mirada y la mía hacían conexión, no importaba la distancia, había química en los dos, entre parada y parada tu rostro me sonrió…
Mientras el tiempo pasaba, mas se acercaba mi parada, mi mente fantaseaba creía que te besaba, la realidad era otra un frenazo me hizo despertar, le hacías señas al chofer que te ibas bajar.
Un chillido de las gomas, un “déjame” se escucho y la chica fue rodando entre mis brazos se apoyo…
Un “lo siento” de sus labios, un “perdona para ti”, fueron únicas palabras que nos pudimos decir…
En la próxima parada, cuando pueda chofer, se escucho la voz un ángel hecha mujer...
Hoy abordo el autobús todos los días de la semana, esperanzado en volver a ver, aquella mujer encantada...
Con su pelo negro, su mirar de medio lado, esa sonrisa en sus labios me dejo idiotizado....
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