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viernes, 5 de noviembre de 2010

Divorcio...


Me gustaría ser como tu, pero nunca brillaría, con mi propia luz, me encantaba ver como te desenvolvías en tu diario vivir, pero si seguía tus pasos también podía morir…

Me enseñaste muchas cosas, tú también aprendiste de mí, leer mapas, ver leones cazar dando zarpazos, me dijiste que en springfield existía una universidad para payasos…

Me dijiste que Homero Simpson es verdadero, que vive en santo domingo, en un barrio cerca del vertedero, que se divorcio de Marge, y ahora cria conejos y que Bart no era su hijo, su padre era el cartero...

Me ensenaste a deletrear palabras, inventar historias, hablarme de tus glorias, también de tus fracasos, miramos juntos el ocaso, en aquella isla bonita, que aunque Madonna hizo de ella una cancion, me dijiste que esas letras eran tuyas, y que hay guardabas mi corazon...

Cartas que no se escribieron, ¿que quien fue primero?, ¿si la gallina o el huevo?, u otras cosas misteriosas, si es verdad que existen diosas, o solo son rumores, me juraste que algunas mujeres no tienen corazones, me afirmaste que viste una que operaron y le implaantaron diez pezones...

Hablar contigo era una odisea, siempre había un tema, que nos reuniera, sea para charlar, o discutir, en el diario vivir, vivimos cosas bellas, entre ella, risas y penas que quedaron grabadas en la pared de nuestro cuarto, donde solíamos pasar, hablando callados, mucho, mucho, rato…

Solo me queda un porta retrato, sin una foto tuya, un cenicero que nunca se usó, una moneda que una vez escondimos, pues cuando llego el divorcio, no me di cuenta, pues te quedaste hasta con mis calzoncillos…

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